Por Tomás Astelarra
Luego del apoyo del Comisión Interamericana de Derechos
Humanos pero del duro revés en el Congreso Nacional, los
medios comunitarios se preparan para dar la pelea en las
calles sin desatender el frente legislativo.
Dentro de la agenda de drásticos cambios en los que la
Argentina se ve inserta desde la asunción de Mauricio
Macri, la política de medios está entre las más visibles e
intrincadas. Ya sea por el lugar emblemático que ocupó la
nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la
lista de logros del kirchnerismo, por el supuesto papel de
Clarín en las elecciones y la formación de opinión y los
rápidos decretos que, entre otras cosas, dejaron en la
calle a Martín Sabatella, cerraron el AFSCA, nombraron un
abogado del multimedios en la Corte Suprema y dejaron sin
efecto su supuesta obligación de deshacerse de varios
canales de cable en enero. En las últimas semanas, la
victoria que las organizaciones que apoyan la comunicación
popular y comunitaria lograron al llevar sus planteos en
defensa de la “Ley de Medios” a la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) pareció verse nublada por la
ratificación en el Congreso de los Decretos de Necesidad y
Urgencia (DNU) 13 y 267 y el Decreto Presidencial 236, que
modificaron la ley. Si bien hay varios recursos de amparo
en la Justicia, la aprobación por parte de los
legisladores de los decretos hace casi una utopía la vía
judicial, por lo que muchas organizaciones ya comienzan a
resignarse a la lucha por los derechos de los medios
comunitarios en las calles y los intrincados pasillos
legislativos, tratando de incidir en la nueva ley que
podría llegar en los próximos meses.
“El escenario que se plantea es un desafío para, en
principio, no retroceder en los derechos que el sector de
medios comunitarios habíamos logrado con la ley 26.522 y
que garantizaba un 33% para nuestro sector, entre otras
cosas, como los Fomecas y nuestra participación en el
Consejo Federal, que era un órgano consultivo en el que
toda la sociedad civil venía siendo representada. Lograr
mayor marco de unidad en el sector para poder plantear en
conjunto, con mayor fuerza, nuestras posturas y demandas,
para no retroceder en los derechos que habíamos adquirido
y plantear otras cuestiones como democratizar la pauta
oficial”, opina Lionel Martín, integrante de Radio Sur,
que transmite desde el barrio de viviendas populares del
Movimiento Territorial de Liberación (MTL) en Barracas.
Además de dejar sin efecto las implicancias de la Ley de
Medios sobre la televisión por cable y disolver el AFSCA,
los decretos firmados por Macri en diciembre también
enterraron al Consejo Federal de Comunicación Audiovisual
(COFECA) en el cual los medios comunitarios estaban
representados y que también administraba los Fondos de
Fomento Concursable (FOMECA). En la reunión de la
Asociación Mundial de Artesanos de Radios Comunitarias
(AMARC) realizada el fin de semana pasado en Santa Rosa,
La Pampa, los miembros de la red contabilizaron $5
millones de pesos que les adeuda el Estado en este
concepto.
Muchas de las radios ya hicieron las inversiones y
quedaron endeudas, o ven como los presupuestos elaborados
el año pasado se disuelven en la inflación o devaluación
reinante. Como si fuera poco las radios también deben
cargar con la cuentas pendientes de la Ley de Medios, como
la ilegalidad o la priorización de proyectos más afines al
kircherismo a la hora de otorgar fondos y licencias. Por
dar un ejemplo, la radio La Tosca
(FM 95.1), anfitriona de la asamblea de Amarc en Santa Rosa, aún
no cuenta con licencia a pesar de haber sido censada por
el AFSCA, y como si fuera poco, el organismo le otorgó su
frecuencia a otra emisora naciente en una escuela de la
ciudad. Para llenar el horno de bollos en la difícil
coyuntura de los medios comunitarios, la pizzas y cervezas
con las que los miembros de Amarc festejaban su primer día
de asamblea fueron interrumpidos por la noticia de que la
periodista Cintia Alcaraz de Radio Kermes de Santa Rosa
había sido detenida por la policía tras intentar cubrir
los abusos de los efectivos contra una par de jóvenes
madres y sus hijos. Los efectivos de la Comisaría 3 no
podían salir de su asombro cuando vieron llegar a ese
batallón de jóvenes periodistas independientes al rescate
de su compañera. A pesar del pequeño triunfo de la gesta
(la periodista y las madres con sus hijos fueron
finalmente liberadas), la situación demostró, como dice el
comunicado de Amarc “el avance y despliegue de las
políticas represivas, no sólo en la provincia de La Pampa
sino a nivel nacional y continental”. Y agrega: “Esto
ocurre en el marco de políticas económicas antipopulares
que aumentaron abruptamente el costo de vida para las
mayorías y hasta el momento han dejado el saldo de más de
100.000 despidos entre el sector público y privado, como
contracara de los grandes beneficios que se propiciaron
desde el Estado hacia los sectores más concentrados de la
economía como los agroexportadores, las mineras y los
fondos buitre. Nuestras radios redoblan el compromiso de
informar desde la mirada y los intereses de nuestro
pueblo, que no se resigna y sigue peleando por una vida
más digna y justa para todos/as. Consideramos que el
ejercicio de la comunicación popular es un derecho
fundamental para caminar y organizarnos hacia una sociedad
más justa y solidaria”.
Para llevar adelante todos estos desafíos es que desde el
sector de medios comunitarios se fomenta un espacio de
“Interredes”, del que participan, además de AMARC, el Foro
Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), la Red Nacional
de Medios Alternativos (RNMA), la Red Colmena (de medios
de comunicación cooperativos), RED COM (de carreras de
comunicación y televisiones comunitaria como Barricada TV
o Antena Negra) y la Asociación de Revistas Culturales
Independientes de Argentina (Arecia). Además se reflotó la
Coalición por una Comunicación Democrática que en su
momento fue una de las grandes impulsoras de la Ley de
Medios.
“Lo que la CIDH específicamente pidió que no haya un
retroceso a los estándares internacionales de comunicación
que se habían ganado en amplios sentidos. También hubo una
preocupación en términos de volver a facilitar la
concentración comunicacional, generando menos
posibilidades para, no solamente generar nuevas voces,
sino también que se consoliden las que ya existen.
Quedaría una ley del más fuerte, por lo que se pone
en riesgo lo que se llama la competitividad. Que la CIDH
haya escuchado nuestras peticiones es un avance. Quizás
nos estamos conformando con poco. El escenario ha cambiado
y volvemos a nuestra instancia, que ha sido siempre la
resistencia, generar acciones. E incluso ir por más. Los
nuevos 21 puntos de la Coalición vuelven a la discusión de
lo que es la regulación de las telecomunicaciones que
habían quedado afuera de la Ley de Medios. Buscamos ahora
compatibilizar dos espacios muy complejos, pero con una
dinámica que mueve muchísimo dinero. Es el sector de mayor
acumulación. Da toda la sensación de que estamos en un
espacio que necesitamos consolidarnos como fuerza. Lo que
cambió es un escenario político con un poder político
concentrado también en el Congreso Nacional, que nos pone
de patas lo que hemos construido. Por eso hablamos de
retroceso, pero la estrategia es dar un paso adelante,
volviendo a dar la pelea en los sectores populares, no
solo planteando nuestras necesidades como sector, sino lo
que consideramos un derecho inalienable para toda la
sociedad. Tener mucha paciencia, madurar mejores
estrategias, volver a discutir con las bases, en los
territorios y organizaciones, con otros actores. Esto no
se va resolver de la noche a la mañana. Pero si dentro de
un marco legal que nos pone en una situación de
vulnerabilidad. Por eso estas presentaciones en la CIDH,
para garantizar estos derechos que ya habíamos ganado”,
explica Liliana Belforte de FM En Tránsito de Moreno.
(Fuente http://www.marcha.org.ar/)